Había una vez un pobre viejo que no veía apenas, tenía el oído muy torpe y le temblaban las rodillas. Cuando estaba en la mesa, apenas podía sostener la cuchara, dejaba caer su copa en el mantel y aun algunas veces escapar la baba. La mujer de su hijo y su mismo hijo estaban muy disgustados con él, hasta que, por último, lo dejaron en un rincón del cuarto, donde le llevaban su escasa comida en un plato viejo de barro. El anciano lloraba con frecuencia y miraba con tristeza hacia la mesa. Un día se cayó al suelo y se rompió la escudilla que apenas podía sostener en sus temblorosas manos.Su nuera lo llenó de improperios a los que no se atrevió a responder, y bajo la cabeza suspirando. Le compraron por un cuarto una tarterilla de madera en la que se le dio de comer de allí en adelante.
Algunos días después, su hijo y su nuera vieron a su hijo, que tenía algunos años, muy ocupado en reunir algunos pedazos de madera que había en el suelo.
¿Que haces? pregunto el padre
Una tartera, contestó, para dar de comer a papá y a mamá cuando sean viejos
El marido y la mujer se miraron por un momento sin decirse una palabra. Después se echaron a llorar, volvieron a poner al abuelo en la mesa y comió siempre con ellos, siendo tratado con la mayor amabilidad.
"El abuelo y el nieto" de los hermanos Grimm
De la serie ... me quedo con la segunda
ResponderEliminarOi!
ResponderEliminarGostei muito da história,no Oriente,envelhecer
é sabedoria,no Ocidente é incapacidade,para mim
é uma arte.
As fotos estão muito bonitas!
Parabéns!Abraços
PS:Sempre acesso teu blog com um tradutor
Buenísimas fotos,me quedo con la segunda también aunque todas están hermosas.El texto,bellísimo.Mas que eso,es buenísimo!
ResponderEliminarHay que tener muy buen gusto más allá del objetivo de la cámara para ofrecer estas notas de calidad.Un 10 por lo conceptual,jeje!
Yo hoy disiento de vosotros, me quedo con las tres; constituyen una serie perfecta de la emoción que sugiere el relato a través de la cara del niño.
ResponderEliminarUn verdadero placer. Abrazos.
Bellisimas las fotos, pero me gustó mas la tercera. Respecto al texto lo tengo muy presente, siempre que lo escuche me sonó a "tortura", tengo debilidad por los abuelos,mucho mas que por los niños y no entiendo los malos tratos, me cuesta asimilarlos...
ResponderEliminarCariños!
no sabes las sensaciones y sentimientos que hoy me has retornado...
ResponderEliminar¡cuántas veces recité en mi infancia "la escudilla"! (te dejo el texto original que aprendí, desconozco su autoría, no tenía final feliz, así que prefiero tu final de cuento)
gracias, gracias, gracias por el recuerdo!
Temeroso el pobre abuelo
comiendo con su hijo ingrato,
suelta de la mano el plato
y se le rompe en el suelo.
Del hijo en los ojos brilla
fuego de soberbia insana
y grita: "desde mañana
se le pondrá una escudilla.
Y para evitar mejor
que pueda aquí echarnos manchas
comerá usted a sus anchas....
pero no en el comedor".
Llanto de dolor vertiendo
que se calla con la mano,
levantóse el pobre anciano
y se retiró gimiendo.
En tanto que el nietecillo
que ama al abuelo de veras
coge unas cuantas maderas,
unos clavos y un martillo;
y, en silencio, en un rincón
muy gravemente sentado
parece estar preocupado
con urgente ocupación.
Su padre, al verlo, perplejo
¿qué haces? al pequeño chilla
-voy a hacer una escudilla
para cuando usted sea viejo-.
Perfecta la serie que va contando el relato en las expresiones del niño (como bien señala Ernesto). Me encantan estas series que has traído de tu viaje Javi! Con ellas lográs contar historias en unos cuantos "clicks". Muy, muy buenas. Un abrazo!
ResponderEliminarQue fotos más increíbles que resumen los lazos entre generaciones con tanta dulzura y fuerza. Y el cuento del abuelo y el nieto que bien lo transforma en palabras . Un saludo
ResponderEliminarComo Ernesto, también me quedo con las tres. ¿Qué le estará contando el abuelo?.....algo gracioso...No, no, ahora que me fijo, le está enseñando alguna palabra nueva o quizá a contar, uno, dó, tle, cuatlo....y ¿después del cuatro?....cinco...¡bien!
ResponderEliminarY el cuento, genial (no lo conocía, tengo que decir).
Un abrazu apretau, mi admirado Papá Rolinga.